Adios...

Hoy, después de tanto tiempo, por fin me decidí a escribirte aunque sea por última vez.

La vida me visitó hace días y me explicó que los recuerdos lindos deben olvidarse tras una despedida. Le expliqué que al final de todo, fue lo único que me quedó.

Le conté que llega un punto en que, después de tanto sufrir, solo quieres vivir feliz a cualquier precio.

Te escribo hoy, porque por fin pude tomar fuerza para recordar y no llorar como un niño.

Te escribo hoy, llorando letras. Grito estas letras que son como aves silvestres metidas en una jaula buscando libertad.

Hoy lloré estas letras ante un adiós que nunca se pronuncio.

No, no busco volver contigo ni busco saciar sed de perdón alguna pues siempre fui el mismo, nunca cambié o te mentí. Si te cause algún daño quizás fue en respuesta al mismo que tú me hacías. Y no, no busco culparte a ti o a mi por el triste final en el que acabó ese hermoso y bello sueño en el que vivimos por meses.

Hay tanto que agradecer: los buenos y malos momentos porque, para bien o para mal, nos dieron una lección a nosotros, los amantes imaginarios.

Hoy duermo tranquilo como un mar, después de una tormenta de emociones, tan tranquilo como un cementerio donde yacen todas las ilusiones que jamás se harán realidad, como bosque envuelto por la tristeza de un amor perdido en la niebla de la distancia.

Inmóvil, sin gota de amor. Qué pena ser hola y despedida y no simplemente encuentro.

Qué pena ser punto de partida y morir en vida, morir viviendo.

 

Por eso quiero que hoy viajes conmigo a una necrópolis donde

enterré hace tiempo mi llanto, mi tristeza y mi olvido. Un cementerio de lo que fuimos, donde hoy voy a desenterrar mis silencios, mis sueños, mi amor por ti y tu amor por mi. Y que estas letras sean el testamento de lo que fue.

 

Gracias por todo; por lo que fuimos y todo momento bello regalado.

Ante todo, siempre recuerda que si me fui es para que tú fueras feliz.

Quizás duele pero cerrará la herida tuya mientras yo caminaré en el laberinto de vivir sin ti.

Nunca dudes que te amé con toda el alma.

 

Dolerá siempre, sin ti…

Adiós, mi amor.


El amor es como Don Quijote:

sólo recobra la cordura

para morir.

Quiereme en mi locura pues mi camisa de fuerza eres tú.