Para ella y para la luna...

¿Quién es el dueño de un beso:

quien lo regala o los labios que lo reciben?


¿Quién es el dueño de una mirada:

quien deja escapar frases y abrazos con sus

ojos, o quien es acariciado por ellos?


¿A quién pertenece un sueño:

a quien lo busca toda su vida, aún sin apenas

llegar a tocarlo, o quien lo posee, y sin

embargo lo mima, alimenta y vive de él?


Pues bien, mi amor, yo solo soy dueño de una

herida: la que deja tu ausencia,

la que sangra por dentro,

y la que solo cura tu presencia.

De todo lo demás soy esclavo:

de tu mirada, tus besos,

¡y de ti, que eres mi sueño!


Pregúntale a la luna mi amor...

Pregúntale, amor, a la luna

si no es verdad que en ella

existe un valle, montaña o duna,

donde nacen mis besos

y una estrella los sella.


Pregúntale si no es bien sabido

que por amanecer a tu lado,

hasta de tu boca veneno he bebido

para morir contigo, morir enamorado.


Pregúntale, hoy, a la Luna

si en mi amor…, cabe la duda.

 


El amor es como Don Quijote:

sólo recobra la cordura

para morir.

Quiereme en mi locura pues mi camisa de fuerza eres tú.